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PRÓLOGO
a
Esenin. Pero fue en 1958 cuando se produjo el encuentro más importantede Celan con un autor ruso. En mayo de esc año, Celan había comprado las
obras
reunidas de
Osip
Mandelstam, y cuando las
leyó
se
sintió
como elhabitante del litoral que encuentra una botella con un mensaje a orillas del
mar:
comprendió que Mandelstam era un predecesor de su propio
arte,
le
parecía
-como le dijo a un editor- «estar ante una verdad inalienable».
Justo
el día anterior había terminado «Angostura», el poema final de
Rejadellenguaje
al que ya nos hemos referido y al que Peter Szondi dedicó unimportante ensayo. Dio por terminado su libro, y se dedicó a traducir lospoemas de Mandelstam, mientras iba descubriendo una afinidad con él queestaba más allá de la poesía. Mandelstam también había
sido
traductor yhabía intentado suicidarse en una ocasión. El significado de su apellido,
"tronco
de almendro», lo identificaba Celan con el «linaje o tronco judío».Ambos eran hebreos, y padecieron persecución literaria y política por suascendencia.
En
el espacio de una semana, Celan había traducido catorce poemas, yen total vertió al alemán treinta y
cuatro.
Sus versiones aproximan el original ruso a su propia vivencia, hecho que se
vuelve
muy manifiesto cuandose enfrenta con esta
elegía
de 1916 a la muerte de la madre del poeta:
Esta
noche es irremediable.
Pero
en vuestra casa aún hay luz.
A
las puertas de Jcrsualén
salió
un sol negro.
El
sol amarillo es más terrible,-duerme, mi niño, duerme-,en un
luminoso
templo los judíosdieron sepultura a mi madre.[...] Y sobre ini madre resonaronlas voces de los hijos de Israel.Me desperté en la cuna,alumbrado por un sol negro.(De
Tristia,
trad.
de
J.
García Gabaldón.)«Considero que la
tarea
de traducir a Mandelstam es tan importantecomo la de escribir mis propios versos», le comentó al editor Gleb Struve,altiempo que le enviaba su
trabajo:
«Casi nunca antes había sentido lo quehe sentido con la poesía de Mandelstam, que estaba haciendo mi propia
obra
en su mismo camino de lo irrefutable y la verdad, y eso debo tambiénagradecérselo a él». Mandelstam iba a tener una presencia constante en el
cuarto
libro del poeta,
IAI
rostí
de nadie,
como ha estudiado admirablemente Martinc Broda.
24
 
PRÓLOGO
La
labor de Celan como traductor abara cuarenta y dos poetas yalcanzó más de mil quinientas páginas. Además de los citados, tradujo
La
Jeune
Parque,
de Valéry, los diarios del maquis de René
Char,
y a
Desnos,
Artaud,
Mallarmé, Nerval, Rimbaud, Ungaretti, Pessoa, Emily
Dickinson,veintiún
sonetos de Shakespeare... Por lo general,
solía
tensar los textos másde lo que ya pudieran estarlo en sus originales, mostrándose extremadamente escrupuloso con el ritmo, pero
sólo
con ese aspecto prosódico. Envirtud del extrañamiento y la violencia a que Celan sometía a su lengua
materna
tanto en sus versiones como en sus propios poemas, Georges Stei-
ner
ha llegado a decir que «toda la poesía de Celan es traducción al alemán».Su afición a los diccionarios no tuvo, sin embargo, incidencia directa enel manejo de esa lengua. Además, no siempre encontraba las palabras en esetipo de libros que utilizaba
para
su
trabajo.
Por ejemplo, la
palabra
Sprach-
gitter
(reja
del lenguaje), como otras, procede de
Jean
Paul, autor al que
apreciaba
mucho y del cual acostumbraba a anotar en una libreta términoscomo ése, cuyo sentido se había desdibujado con el tiempo. Tal vez se fijaratambién en
Sprachgitter
porque, en la época, la madre de
Gisèle
se habíaquedado viuda, y se había retirado aun convento bretón. Cuando los Celanla visitaban se reproducían gráficamente al menos varias de las situacionesque sugiere esa palabra: que la
reja
del locutorio partía la conversación; quese hacía explícita la separación entre un judío originario de Europa del Estey una marquesa católica francesa; que toda comunicación entre el poeta yel lector pasaba a través de
unos
barrotes.Celan concedía a toda palabra una profundidad y un
peso
insólitos,
sobre todo
visto desde
la actualidad. A la primera palabra que pronuncsuhijo
Eric
cuando tenía veinte meses,
fleur
(flor), le dedicó un poema:[...] Éramosmanos,vaciamos las tinieblas, encontramosla palabra que remontó el verano:flor.No por eso su poesía dejó de adelgazar la lengua alemana en un procesopromovido por una asombrosa austeridad expresiva que ha quedado comoseña y distintivo de la lírica de la segunda mitad del
siglo.
Cuando en 1958tuvo que pronunciar su discurso de dos
folios
por la recepción del Premiode
Literatura
de Bremen, jugó con las palabras «lengua» y «memoria». Enla memoria
bulle
una lengua, una lengua que «ha pasado sin palabras» a
través
de todo lo sucedido, y de lo cual ha salido «enriquecida»:
En
esa lengua he intentado yo escribir poemas en
aquellos
años y en losposteriores:
para
hablar,
para
orientarme,
para
averiguar dónde me encon
traba
y adonde ir,
para
proyectarme yo una realidad.
25
 
PRÓLOGO
El
verano de 1959 Celan pasó las vacaciones con su mujer y su hijo en
Sils
Maa y la Engandina, región de los
Alpes
suizos.
Allí
iba a encontrarsecon Theodor W. Adorno, pero el poeta tuvo que
regresar
antes de tiempo
a París,
y la cita quedó aplazada. El
fallido
encuentro dio lugar al único textode ficción de Celan,
Diálogo en la montaña,
un encuentro entre un judíoPequeño y otro Grande. Celan pensaba que Adorno era judío. CuandoAdorno conoció el cuento dijo que si Celan se hubiera quedado algo más detiempo en
Sils
María hubiera conocido a un judío grande de verdad, al
estudioso
del judaismo Gershom Scholem, cuya
visión
de la tradición mís
tica
judía
influyó
determinantemente en Celan.
Justo
después
de ese viaje a
Sils
María,
el poeta comenzó a escribir lascomposiciones de La
rosa de nadie,
donde de nuevo se pondría de manifiesto que casi todos los actos de su vida y de su escritura le encaminaban siem
pre
a rememorar la catástrofe de la guerra y el Holocausto.
Algunos
hechosde
esos
años, en los que todavía se capturaba a nazis o se revivían por determinados testimonios las matanzas, trastornaron a Celan. A este propósito, en 1960 le escribía a
Nelly
Sachs: «¿Qué puedo decirle? Diariamentela humillación penetra en mi casa, diariamente, créame. ¿Qno nos quedaaún por pasar a los judíos? Y nosotros tenemos un niño,
Nelly
Sachs, ¡unhijo!». Celan aprovechaba
para
preguntarle a su amiga sobre la condiciónhumana de los nazis: «Sabe, algunos de
ellos
escriben poemas. Esos hombres ¡escriben
poemasl
¡Qué no escribirán, los falsarios!». La sola publicidad de que algunos de los nazis recientemente capturados escribían poesíale resultaba inconcebible a Celan: la poesía debía tener una base moral.Celan y
Nelly
Sachs no se conocían personalmente, pero manteníanuna correspondencia muy amistosa
desde
hacía tiempo. Sachs vivía exilia
da
en Estoco!mo y se sentía, igual que Celan, víctima de la persecución dela historia. Cuando él le había enviado
Reja del lenguaje,
Sachs lo habíarecibido con alborozo y había hecho
suyo
aquel «angélico alfabeto transpa
rente
al espíritu», aquel «Zohar
particular».
Luego, en mayo de
1960,
ambosquedarían
para
conocerse en rich. Del encuentro queda el testimonioque Celan
quiso
dejar en el poema «rich, Zum Storchen»:Hablamos de lo que es demasiadoy demasiado poco [...][de lo que] nosotrosen verdad no sabemos, sabes,nosotrosen verdad no sabemoslo quecuenta.Posteriormente, Sachs respondió a una invitación de Celan
para
verselos dos en
París.
La escritora acudió con su amiga
Eva-Lisa
Lennartsson. En
26
 
PROLOGO
una salida nocturna, tropezaron con Max
Ernst,
que había
sido
amigo de
Eluard
y de Yvan Goll, y el pintor, seguramente tributando a una antigua
fidelidad,
tuvo un mal gesto con los dos poetas.
Para
curarse
del desaire, quedejó herido sobre todo a Celan, él y Sachs decidieron llevar flores a la tumbade Heine en Montmartre, otro judío de expresión alemana que había muerto en el exilio. Pocas semanas más
tarde,
Nelly
Sachs sufrió una crisis, yCelan se apresua volar a Estocolmo. Pero la escritora ni siquiera le
reco
noció, o tal vez no
deseó
que la viera postrada. Su «hermana», como Celanla llamaba, le había dado un
buen
disgusto. De vuelta en
París,
se citó con
Martin
Buber, con
quien
tampoco
llegó
a relacionarse de manera
grata.Fruto
de
esos
desencuentros escribió el poema «La esclusa»:Ante una boca,
para
la que era una palabra entre mil,perdí-perdí una palabra,que me había quedado:
hermana.
Aquélla fue la época en que estuvo preparando el discurso
para
larecepción del Premio Büchner. Pasó aquel oscuro verano recogiendo notascon las que
llenó
más de trescientas cuartillas. A continuación, escribió £/
Meridiano
en tres días. Este texto, capital en su obra, habla del proceso decreación poética como un encuentro, palabra que se repite una decena deocasiones en todo el discurso, que se centra de manera especial en la «oscuridadde la poesía» y en el «misterio del encuentro».
La
personalidad de Celan no admitía componendas ni en lo relativo ala condena del nazismo ni en lo relativo a la pureza y originalidad de supropia poesía. En el asunto del plagio, el poeta
exigió
de sus amigos unapoyo incondicional y consideró los ataques que se le dirigieron merced aesa denuncia como un acoso antisemita más. Así, cuando la Deutsche Ver-lags-Anstalt, la editorial que había publicado sus dos primeros libros, volvió a editar las baladas de Borries
Freiherr
von Münchhausen, un escritorque había medrado con el nazismo, Celan se cambió de editor, y se pasó ala editorial Fischer. A veces se
sintió
en la obligación de explicar sus conductas y emprender de ese modo una elocuente defensa de su vocación:«¿Noes la poesía una confidencia?». En virtud de esa confidencia, el escri
tor
pedía a sus amigos una adhesión frente a las agresiones de que eraobjeto, una de las cuales era el propio exilio. A principios de los añossesenta se instaló en él un terrible sentimiento de desarraigo y una dolorosanostalgia de los lugares perdidos. Recordaba los tiempos de Bucarest con suamigo Petre Solomon, el
carácter
oriental de aquella ciudad, el «paraíso del
Este»
tan alabado por Paul Morand: «lo que nos enseña Bucarest no es una
27
 
PRÒLOGO
lección de
arte,
sino
una lección de vida». Celan anhelaba aquel mundo:
«Mi
esperanza está en el
Este»,
decía.
Prácticamente
todas sus relaciones deentonces fueron epistolares y generalmente con judíos exiliados como él en
otrps
países:Con nombres embebidosde cada exilio.Con nombres y sémenes,con nombres, sumergidosen todoslos cálices que están
llenos
con tu
sangre
de rey, hombre, en todoslos cálices de la gran
rosa-gueto,
desde laque nos miras, inmortal de tantas
muertes
muertas en los caminos del alba.Sin mencionarlos, el poema alude a Mandclstam, que nació en Varso-via, a
Petrarca,
uno de los autores que Mandelstam les recitaba a sus com
pañeros
de prisión en Siberia, y a Isaak Babel, el novelista judío asesinado
por
Stalin.
En
las navidades de 1962 Celan suíruna crisis aguda depresiva. Losmédicos le diagnosticaron una depresión nerviosa motivada por la ansiedad que le había generado el asunto de la acusación de plagio, la
amargura
que le producía el contacto con el mundo literario alemán y el rencor que
todavía
tenía por lo ocurrido un invierno de veinte años
atrás.
Aunque a taspocas semanas
volvió
a su
trabajo
como
Lector
de lengua alemana en la
École
Normale Supérieure, a) que asistía desde 1959, a lo largo de todo elaño 1963 no escribió ningún poema que considerara publicable. Una pri
mera
parte de los poemas propios de
Cambio
de
aliento
se gestó fuera de ese
paréntesis,
a finales de 1962 y a finales de 1963. Ese primer ciclo de veintiúnpoemas agrupados bajo el título de
Atemkristall
conoció en 1965 una edición de
bibliófilo
que llevaba ocho grabados de su mujer, Gisèle, en gamasgrises y negras sobre blanco.
La
rosa de nadie
había
sido
acogido con silencio. Al menos, ésa había
sido
la percepción de Celan,
quien
en 1964 se había quejado a su amigo
Petre
Solomon. Sin embargo, la recepción en Alemania no fue en absoluto
mala,
por más que algún crítico volviera a
rozar
una vieja herida al
tachar
de surrealista el libro, lo que provocó la respuesta en defensa de Celan desu amigo Peter Szondi. Todavía en el otoño de 1964 se produjo un inciden
te
desencadenado por esa misma causa. Cuando el poeta asistía al acto de
entrega
del Premio Art de Renania del Norte-Westfalia que le habían concedido, vio en la mesa presidencial a alguien que había participado en la
campaña
de Claire Goll contra él. Celan salió de la sala y declaque no
28
 
PRÓLOGO
aceptaría
el premio de mantenerse aquel hombre allí; pero finalmente lepersuadieron de que
regresara
y lo recogiera.Aquel incidente constituía un síntoma más de lo vulnerable que era el
alma
de Celan. En mayo de 1965, ingresaría por espacio de unas semanasen una clínica psiquiátrica de las afueras de
París.
Cuando salió dejó
listo
durante
el verano el libro en el que había estado trabajando,
Cambio dealiento, y
en otoño inició la escritura de
Soles filamentos,
su siguientecolección de poemas. En diciembre de ese año, con el ánimo enflaquecido,Celan
volvió
nuevamente a ser hospitalizado por un periodo de siete mesesen los que
recorrió
distintas clínicas. Estando en una de ellas, escribió sobrelas guardas de un libro de Kafka, autor al que era muy aficionado: «8 dediciembre por la
tarde:
Todavía tengo la suficiente lucidez de cabeza - Siviniera gente, casi podría comenzar de nuevo. ¡Ven, muerte, ven hoy!».Apenas había abandonado su hospitalización cuando rompía con su
editor
Fischer,
tras
ocho años ligado a él, aunque no se puede decir que
Fischer
no hubiera
tratado
siempre de mostrarse muy atento con el poeta.
A
partir
de ese momento, sus poemas se hicieron más crípticos, comosi los alentara la enfermedad. Llegó a escribir unas doscientas páginas conpoemas que no
quiso
publicar. Ese mismo mes de junio de 1966, comenzó«Pecios de sueño», que dedicó a su mujer:Pecios de sueño, cuñas,
encajadas
en ninguna
parte:
quedamos tal somos,el astro redondoen tornodirigido nos aprueba.
Adorno
hubo de
retractarse
de su famoso aserto de que después deAuschwitz la poesía era imposible, cediendo al ejercicio de testigo a la
fuerza
con que comparecía
para
desmentirlo la obra de Celan.
Éste,
antesde ser hospitalizado de nuevo en febrero de 1967, y pensando en las mordazas y ligaduras que se utilizaban en la terapia de choque, empezó a utili
zar
en sus textos términos compuestos de un efecto demoledor. El
trata
miento que se le daba incluía medicamentos y electroshock.
Mientras
permaneció en la clínica en ese nuevo internamiento,
leyó
Ellibro de las preguntas,
de Edmond
Jabés,
y tachó en su ejemplar el siguiente
párrafo:
«En una aldea de
Europa
central, una noche los nazis enterraron
vivos
a algunos de nuestros hermanos. El suelo, con
ellos,
se remeció du
rante
largo
rato.
Aquella noche, un mismo ritmo conectaba a todos losisraelitas con el mundo». Celan lo tachó y escribió
«Nein!»
en el margen,
mostrando
así su reparo a una comunión
trágica
como ésa. El resto del
libro,
sin embargo, estaba muy subrayado, y Celan pensó en traducirlo,
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